Tradicionalmente, la interpretación que la Psicología ha hecho de las situaciones traumáticas ha sido pesimista destacando los aspectos negativos y psicopatológicos de las vivencias de pérdida, estrés o trauma, pero en los últimos años está surgiendo una corriente que huye de esta victimización para reformular las experiencias negativas como oportunidades de cambio y crecimiento hacia la adaptación y la superación. Esta corriente es la Psicología Positiva.
Conceptos extraídos de ésta e íntimamente relacionados entre sí son:
– Personalidad resistente (hardiness): características de personalidad que protegen a la persona de hechos vitales negativos, actuando como moderadoras del estrés. Algunas de estas características son: gran sentido del compromiso, una fuerte sensación de control sobre los acontecimientos, apertura a los cambios en la vida, e interpretación de las experiencias estresantes y dolorosas como una parte más de la existencia.
– Resiliencia (resilience): capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves. Los autores franceses consideran equivalentes resiliencia y crecimiento post-traumático, en cambio los norteamericanos diferencia estos dos conceptos.
– Crecimiento Post-traumático: cambio positivo que experimenta una persona como resultado del proceso de lucha que emprende a partir de la vivencia de un suceso traumático (Calhoun y Tedeschi, 1999).
Lejos de considerarse características inamovibles de la persona, “se tienen o no se tiene”, todas ellas son características dinámicas relacionadas con las estrategias de afrontamiento y que, por tanto, pueden ser aprendidas, o dicho de otra manera, pueden desarrollarse con ayuda (o no) de un profesional.
Los psicólogos hemos de ser los primeros en aceptar el hecho de que, aunque no en todos los sujetos, las experiencias traumáticas también son generadoras de emociones positivas, aprendizaje y beneficio.
Conceptos extraídos de ésta e íntimamente relacionados entre sí son:
– Personalidad resistente (hardiness): características de personalidad que protegen a la persona de hechos vitales negativos, actuando como moderadoras del estrés. Algunas de estas características son: gran sentido del compromiso, una fuerte sensación de control sobre los acontecimientos, apertura a los cambios en la vida, e interpretación de las experiencias estresantes y dolorosas como una parte más de la existencia.
– Resiliencia (resilience): capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves. Los autores franceses consideran equivalentes resiliencia y crecimiento post-traumático, en cambio los norteamericanos diferencia estos dos conceptos.
– Crecimiento Post-traumático: cambio positivo que experimenta una persona como resultado del proceso de lucha que emprende a partir de la vivencia de un suceso traumático (Calhoun y Tedeschi, 1999).
Lejos de considerarse características inamovibles de la persona, “se tienen o no se tiene”, todas ellas son características dinámicas relacionadas con las estrategias de afrontamiento y que, por tanto, pueden ser aprendidas, o dicho de otra manera, pueden desarrollarse con ayuda (o no) de un profesional.
Los psicólogos hemos de ser los primeros en aceptar el hecho de que, aunque no en todos los sujetos, las experiencias traumáticas también son generadoras de emociones positivas, aprendizaje y beneficio.
2 comentarios
Aquest tema m’interessa, Maria.
Espero a veure què en dius.
Una abraçada,
Núria
Hola Núria!!
no sabia que llegissis el blog… ara m’hi hauré de posar en serio… 😉
si, amb l’estiu el tema el tinc una mica parat, intentaré activar-lo aviat…
una abraçada!
Maria