En un artículo publicado en el último número de la revista Mapfre Medicina (http://www.mapfremedicina.es) se muestran los resultados de un estudio sobre los procesos de duelo en 223 familias con familiares afectados de lesiones cerebrales adquiridas (LCA).
No nos detendremos en el análisis de los datos pero sí en algunos aspectos y las conclusiones.
Para empezar, los autores puntualizan que, a diferencia de otras patologías crónicas, las lesiones cerebrales adquiridas presentan las siguientes particularidades:
1. los familiares no saben cómo reaccionar y actuar, pues ocurre de forma rápida e inesperada;
2. hay una gran diversidad de causas y evoluciones de las lesiones que implica diferentes grados de impacto y formas de afrontamiento en las familias;
3. existe una gran variabilidad de las secuelas de los afectados: generando un mayor impacto negativo los cambios cognitivos y de personalidad;
4. el estrés y la sobrecarga familiar son crónicos.
Tras el estudio, los autores concluyen que:
– los familiares establecen un proceso de duelo, por los cambios en la persona afectada;
– que, a diferencia de duelos por defunción, éste es crónico, es decir, no se ve afectado con el paso del tiempo y genera un “dolor crónico” que se verá agravado ante cualquier contratiempo relacionado con la enfermedad;
– las familias necesitaran la intervención de un profesional, psicólogo, para poder elaborar y, a la larga, aceptar los cambios en el familiar y la nueva situación;
– la intervención tendrá que adecuarse a la fase del duelo en la que, según Lezak, se encuentre la familia.
El mensaje del artículo está claro: los familiares necesitan la ayuda de profesionales de la psicología (no en vano el trabajo lo firma un psicólogo) que les ayuden a entender y vivir con las consecuencias de la patología en su “nuevo” familiar.
La pregunta es: ¿cúantos hospitales españoles cuentan con psicólogos especialistas en patología neurológica, sean neuropsicólogos o rehabilitadores, entre sus empleados?
No nos detendremos en el análisis de los datos pero sí en algunos aspectos y las conclusiones.
Para empezar, los autores puntualizan que, a diferencia de otras patologías crónicas, las lesiones cerebrales adquiridas presentan las siguientes particularidades:
1. los familiares no saben cómo reaccionar y actuar, pues ocurre de forma rápida e inesperada;
2. hay una gran diversidad de causas y evoluciones de las lesiones que implica diferentes grados de impacto y formas de afrontamiento en las familias;
3. existe una gran variabilidad de las secuelas de los afectados: generando un mayor impacto negativo los cambios cognitivos y de personalidad;
4. el estrés y la sobrecarga familiar son crónicos.
Tras el estudio, los autores concluyen que:
– los familiares establecen un proceso de duelo, por los cambios en la persona afectada;
– que, a diferencia de duelos por defunción, éste es crónico, es decir, no se ve afectado con el paso del tiempo y genera un “dolor crónico” que se verá agravado ante cualquier contratiempo relacionado con la enfermedad;
– las familias necesitaran la intervención de un profesional, psicólogo, para poder elaborar y, a la larga, aceptar los cambios en el familiar y la nueva situación;
– la intervención tendrá que adecuarse a la fase del duelo en la que, según Lezak, se encuentre la familia.
El mensaje del artículo está claro: los familiares necesitan la ayuda de profesionales de la psicología (no en vano el trabajo lo firma un psicólogo) que les ayuden a entender y vivir con las consecuencias de la patología en su “nuevo” familiar.
La pregunta es: ¿cúantos hospitales españoles cuentan con psicólogos especialistas en patología neurológica, sean neuropsicólogos o rehabilitadores, entre sus empleados?