Para los que somos especialistas en perder el tiempo, en distraernos, en divagar, estamos encantados con la llegada del verano y sus respectivas vacaciones. Qué hay más placentero que no tener (excesivas) obligaciones y poder dilatar el tiempo en actividades de ocio o, simplemente, “fare niente“. Pero, ¿realmente los humanos podemos estar en vigilia sin hacer nada? Y cuando me refiero a no hacer nada, me refiero a no pensar, tener la mente en blanco, y con ello disminuir la actividad cognitiva/neuronal, es eso posible? Venga, ya te avanzo que no. Si estás en “modo verano” puede que te quedes aquí pero si quieres saber más, te animo a seguir leyendo.
El cerebro humano, de unos 1.500 gramos de peso, a pesar de representar el 2% del peso corporal, consume el 20% de energía (glucosa, oxígeno y otros nutrientes) del cuerpo, y esto es así tanto si ejecuta tareas cognitivas como si está en estado de reposo e incluso cuando dormimos. Estudios de neuroimagen funcional han demostrado que el consumo/gasto energético cerebral es constante independientemente de su estado o actividad pero lo que varía es la distribución de la activación. En función de si estamos leyendo, viendo una película o teniendo una conversación se activarán unas áreas y circuitos cerebrales pero a la vez se inhibirán otros. Tan energéticamente costosas como importantes son la activación e inhibición de los circuitos cerebrales como sus procesos de mantenimiento y preparación.
En 2001, Marcus E. Raichle y Debra A Gusnard y en 2006 Damoiseaux et al. describieron un circuito cerebral que se activa, en términos energéticos/consumo, en estado de reposo definiendo reposo al estado de quietud, sin demanda cognitiva y con los ojos cerrados. A este circuito lo denominaron DEFAULT MODE NETWORK (DMN) o red neuronal por defecto, en español, y estaría formado por áreas del córtex prefrontal medial, el cingulado posterior, el precuneus y regiones del lóbulo temporal medial (Greicius et al., 2009). En el momento en que empezamos o vamos a iniciar una tarea o prestamos atención a algo, este sistema se desactiva y se activa el circuito correspondiente a la tarea. Qué maravilla, no?!
Por no extenderme mucho más, la neurociencia nos ha descubierto también que no es lo mismo estar en reposo que tener la mente en blanco. Tener la mente en blanco, parte de lo que significa el mindfulness, implica el aprendizaje y entrenamiento de una técnica de conciencia o atención plena que influye sobre el control atencional, la regulación emocional y la autoconciencia. Estudios de neuroimagen funcional han puesto de manifiesto que personas entrenadas en mindfulness presentan activaciones y desactivaciones cerebrales diferentes a personas en reposo. En concreto, la práctica del mindfulness, disminuye la activación del DMN, aumenta la del circuito atencional cingulado anterior-área dorsolateral prefrontal-ínsula, y modula el circuito emocional cortico-límbico.
Espero que la publicación haya sido interesante. El tema es apasionante. Ah! se me olvidaba… la mayoría de nosotors nos pasamos el 47% del tiempo en estado de reposo, casi ná!