¿Vale la pena la evaluación cognitiva en la demencia avanzada? sí, por supuesto.
¿Tiene fines diagnósticos? No, evidentemente la persona ya está diagnosticada pero no es infrecuente que a petición de la familia o de profesionales sanitarios que cuidan a esa persona sea en Residencia, Atención primaria o desde Trabajo Social se nos pida una evaluación de su estado cognitivo. La finalidad no es sólo reflejar de forma estructurada su estado cognitivo y conductual/emocional sino que, en algunos casos, puede tener implicaciones de tipo legal/forense.
En mi caso, cuando evalúo a una persona con demencia avanzada lo hago en formato conversación informal: lentifico y simplifico mi mensaje procurando la máxima comprensión y confort, intento que la evaluación sea lo más breve posible y tampoco uso “papeles” porque tengo en mente las preguntas que quiero contestar. ¿Qué información quiero obtener? Pues cuánto de orientada/desorientada está, la presencia de agnosia visual y el grado de anomia y comprensión semántica, y cuánta consciencia tiene de su propio estado y si éste le genera sufrimiento, malestar o indiferencia, poco más.
Con el familiar acabo de aclarar el grado de dependencia en AVDs básicas y los posibles trastornos de conducta.
Todas mis visitas, y especialmente éstas, acaban con la devolución de los resultados y aclarando dudas y temores con el familiar acompañante. Ya a solas, relleno cuestionarios, escalas y tests.